Jesucristo es nuestro Josué

En la actualidad los nombres que imponemos a nuestros hijos, en la mayoría de los casos, los escogemos por su sonoridad u originalidad, sin reflexionar siquiera un poco acerca de sus significados.

Pero los antiguos no se permitían tal superficialidad pues sabían que el nombre propio determinaría no solo la personalidad del individuo sino también su destino. Ellos pensaban que toda persona nacía con un destino y por ende con un nombre implícito.

En este capítulo no solo hablaré de la importancia que en tiempos bíblicos se daba al significado de cada nombre que se imponía sino también entenderás que el nombre del sucesor de Moisés –Josué– con el tiempo derivó en el de Jesús y que en realidad significan lo mismo.

El nombre en tiempos bíblicos y su poder sobrenatural

En el antiguo Israel y en general en todas las culturas de la antigüedad, se atribuían poderes profundos a los nombres que se imponían, no solo a los lugares sagrados (Génesis 28:19 / 1 Crónicas 22:1) sino también a las personas.

Imponer un nombre a alguien era hacerle existir. Una persona sin nombre simplemente no tenía esencia, no existía.

En el Génesis, Dios puso nombre a las cosas y las hizo existir (Génesis 1:5-10) y llevó a Adán todos los animales para que este les pusiera nombre a fin de que se le sometieran, pues también quien imponía el nombre era superior a quien le era impuesto (Génesis 2:19-23).

Asimismo, conocer el nombre de un ser sobrenatural daba cierto poder sobre él (Génesis 32:29 / Marcos 5:9).

El Nombre de Dios, es decir, su Esencia habitaba el Templo de Jerusalén:

“Él edificará casa a MI NOMBRE, y yo afirmaré para siempre el trono de su reino”. 2 Samuel 7:13

Un cambio de nombre implicaba por tanto un cambio de destino. Al salir expulsados del huerto del Edén, Adán cambió el nombre de su mujer y le puso Eva (Génesis 2:23 / Génesis 3:20); De la misma manera Abram dio paso a Abraham (Génesis 17:5), Saraí a Sara (Génesis 17:15) y Jacob a Israel (Génesis 32:28); El fariseo Saulo de Tarso cambió su nombre al apóstol Pablo (del latín paulos: pequeño, paulatino) porque él se consideraba el más pequeño de los apóstoles (1 Corintios 15:9). Simón dio paso a Pedro (Juan 1:42) y Leví a Mateo (Lucas 5:27-29 / Mateo 9:9-10).

El significado del nombre David: en realidad es Amado

Todos los nombres en la antigüedad poseían un significado y los que aparecen en la Biblia no son la excepción. Los nombres bíblicos son apelativos cuyo significado podía entenderse claramente al pronunciarlos. Hoy día tenemos nombres como Soledad, Amado, Clemente, Victoria, Inocencia, Margarita, Rosa, Blanca, Flor, etc.; nombres los cuales podemos notar que tienen un significado comprensible al pronunciarlos, pues evocan algo que conocemos. ¡Así eran todos los nombres en épocas bíblicas, tanto de personas como de lugares e incluso deidades!

Digo esto porque el nombre que leemos como David en realidad debería traducirse como Amado, pues en hebreo el nombre David (Strong H1732 / H1730) significa precisamente eso: Amado.

Estando al tanto de ello procedamos a dar lectura al siguiente pasaje:

“Yo SALVARÉ a mis ovejas, y nunca más serán para rapiña; y juzgaré entre oveja y oveja. Y levantaré sobre ellas a un pastor, y él las apacentará; a mi siervo DAVID [AMADO], él las apacentará, y él les será por pastor. Yo El Señor les seré por Dios, y mi siervo DAVID [AMADO] príncipe en medio de ellos. Yo El Señor he hablado”. Ezequiel 34:22-24

E inmediatamente leamos el siguiente pasaje traducido del griego:

“Y hubo una Voz en los cielos, que decía: Este es mi hijo AMADO [DAVID], en quien tengo complacencia”. Mateo 3:17

¿Te diste cuenta? El nombre hebreo David que significaba Amado paso al griego tal cual conservando su sonoridad pero perdiendo su significado. Eso mismo ha pasado con un sinnúmero de nombres que provienen de culturas diferentes a la nuestra. Pasó con mi nombre y tal vez también con el tuyo.

Pero lo importante de esto es restaurar las conexiones que hay entre toda la Escritura, mira:.

En todos los Escritos del Primer Pacto (Antiguo Testamento) –incluyendo por supuesto el pasaje de Ezequiel– el nombre de David debió traducirse siempre como Amado (lo mismo con otros nombres pero eso lo veremos enseguida).

Volviendo al pasaje de Mateo, al decir AMADO, debemos entender que la Voz en los cielos decía ESTE ES MI HIJO DAVID, aludiendo al cumplimiento de todas las profecías mesiánicas, entre ellas la que leemos en el libro de Ezequiel.

Si tanto el texto de Ezequiel como el de Mateo se hubieran traducido adecuadamente la lectura hubiera sido mucho más fluida, comprensible y certera.

Con la finalidad de entender cada vez mejor las Escrituras, ahora hagamos este mismo ejercicio conel nombre arameo Yeshúa el cual en nuestras Biblias aparece como Jesús, mismo que debió ser traducido como Salvador.

Significado del nombre Jesús: en realidad es Salvador

El nombre es tan importante que Dios envió a sus ángeles para hacer saber a María y José el que debía llevar el Salvador del Mundo: Jesús (Lucas 1:30-31 / Mateo 1:20-21) que es el mismo nombre del Josué que sucedió a Moisés y condujo al pueblo hacia la Tierra Prometida (Deuteronomio 31:7-8).

Analicemos el nombre Josué:

Tal como en el caso del nombre de David cuya traducción correcta es Amado, nuevamente los traductores pasaron por alto el hecho de que los nombres de Josué y el de Jesús en realidad son los mismos y que ambos debieron ser traducidos como Salvador.

Ahora, en descargo de los traductores y de todos aquellos que se encargan de poner en nuestras manos la Palabra de Dios, diremos que siempre harán lo humanamente posible, pero es necesario entender que al hablar de la Biblia lo hacemos de un libro que sobrepasa por mucho los límites humanos.

El original en hebreo del nombre Josué es Yoshua (Yehoshúa – Strong H3091); del hebreo pasó al arameo Yeshúa; de ahí al griego Iesous (Strong G2424); más tarde pasó al latín Iesus y por último al español Jesús.

El nombre de Yoshua se compone a su vez de dos términos: YHVH (Strong H3068) cuya pronunciación cercana podría ser Yavé y se traduce como Dios o El Señor y yasha (Strong H3467) que significa salvación, liberación, rescate, victoria, entre otros.

Cualquier hebreo al oír este nombre entendía Dios salva o Salvación de Dios, por lo que en mi opinión el nombre más que adecuado sería su contracción a Salvador.

Como acabo de explicar, en los tiempos de Jesús el nombre hebreo Yoshua había variado hacia el arameo Yeshúa, que es el que fue impuesto por el ángel Gabriel al Hijo de Dios. El nombre que se le impuso a Jesús no fue fortuito pues Él es el Salvador de Israel:

“Y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS [SALVADOR], PORQUE ÉL SALVARÁ a su pueblo de sus pecados”. Mateo 1:21

¿Te das cuenta cómo usando el nombre correcto la lectura se hizo más comprensible y fluida?

El libertador Josué como figura de Jesús

Por tanto, Jesús es nuestro Josué, es decir nuestro Salvador, quien al igual que aquel que sustituyó a Moisés (el cual simboliza la Ley en su forma literal) nos guía hacia nuestra Tierra Prometida: el Cielo.

En este sentido Moisés representaría el cumplimiento de la Ley en su forma literal y Josué (Jesús) el cumplimiento de la Ley en su forma espiritual, es decir, la Gracia.

“Pues la ley [religión] por medio de Moisés fue dada, pero la Gracia y la verdad [espiritualidad] vinieron por medio de Jesucristo”. Juan 1:17

Si bien Moisés sacó al pueblo de la esclavitud de Egipto fue Josué quien introdujo a Israel en la Tierra Prometida (Deuteronomio 3:28). Así como Josué guio al pueblo después de Moisés Jesús conduce al pueblo después de la Ley:

«Mas pasaréis el Jordán, y habitaréis en la tierra que El Señor vuestro Dios os hace heredar; y él os dará reposo de todos vuestros enemigos alrededor, y habitaréis seguros». Deuteronomio 12:10

Así, la verdadera Tierra Prometida es el reposo que Israel espera al finalizar su peregrinación por este mundo. La aventura de Josué al introducir a los israelitas en la tierra es una analogía de lo que Jesús, nuestro Josué hará: nos introducirá en la verdadera Tierra Prometida que es la celestial.

“Porque si Josué les hubiera dado el reposo, no hablaría después de otro día. Por tanto, queda un reposo para el pueblo de Dios”. Hebreos 4:8-9

Jesús –al igual que el Josué que sucedió a Moisés– comandará el ejército de Israel (Apocalipsis 19:14 / Apocalipsis 19:19) que echará de la tierra donde ahora reposan los restos de Abraham, Isaac y Jacob a los usurpadores (Apocalipsis 11:2) para restablecer el reino de Israel (Hechos 1:6) dando inicio así a la restauración de todas las cosas.

“Y Él envíe a Jesucristo, que os fue antes anunciado; a quien de cierto es necesario que el cielo reciba hasta los tiempos de la restauración de todas las cosas, de que habló Dios por boca de sus santos profetas que han sido desde tiempo antiguo”. Hechos 3:21

El Poder del Nombre de Jesús

“Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre, para que EN EL NOMBRE DE JESÚS se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre”. Filipenses 2:9-11

No obstante he dicho que el nombre de Jesús ha pasado por diferentes variantes a lo largo del tiempo es necesario dejar claro que da por entero igual que se pronuncie Yoshua, Yeshua, Iesous, Jesús, Josué o Salvador. Doy testimonio de que los espíritus malos se someten al Nombre de Jesús, así que no es la pronunciación correcta del nombre del Señor lo que somete a todo y a todos, como lo podemos apreciar en el siguiente pasaje:

“Pero algunos de los JUDÍOS, exorcistas ambulantes, INTENTARON INVOCAR EL NOMBRE DEL SEÑOR JESÚS sobre los que tenían espíritus malos, diciendo: Os conjuro por JESÚS, el que predica Pablo”. Hechos 19:13

Sin duda, puesto que eran judíos, los exorcistas pronunciaron correctamente el Nombre hebreo o arameo de Jesús pero los resultados no fueron los esperados:

“Pero respondiendo el espíritu malo, dijo: A Jesús conozco, y sé quién es Pablo; pero vosotros, ¿quiénes sois? Y el hombre en quien estaba el espíritu malo, saltando sobre ellos y dominándolos, pudo más que ellos, de tal manera que huyeron de aquella casa desnudos y heridos”. Hechos 19: 15-16

El Poder del Nombre de Jesucristo no radica en su correcta pronunciación sino en la fe que se deposite en Él como el Hijo de Dios, Señor de todo lo creado, Rey y Sacerdote Eterno de Israel.

Evolución de la personalidad de Jesús y de Su Nombre

En tiempos bíblicos la gente común no poseía documentos de identidad en donde constara por escrito el nombre de la persona. Hoy día tenemos actas de nacimiento, pasaportes, credenciales etc. Pero en aquellos entonces los padres simplemente comenzaban a llamar a su hijo por el nombre que le imponían y luego toda la comunidad así lo hacía también.

Hoy en día sucede que no obstante una persona se llama de una forma la gente a su derredor comienza a llamarle de otra manera que le quede mejor a su personalidad. En tiempos antiguos sucedía lo mismo.

Como mencioné al principio, cuando la persona salía de lo común entonces generalmente tenía un cambio de nombre o se le añadía un atributo al nombre. Es el caso de Jesús hijo de José:

“Y todos daban buen testimonio de él, y estaban maravillados de las palabras de gracia que salían de su boca, y decían: ¿No es este el hijo de José?” Lucas 4:22

Mismo que al iniciar su ministerio por toda la región se convirtió en Jesús de Nazaret:

“Y la gente decía: Este es Jesús el profeta, de Nazaret de Galilea.” Mateo 21:11

Para luego, una vez resucitado convertirse en Jesús El Cristo o Jesucristo:

“Pero estas se han escrito para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo, tengáis vida en su nombre.” Juan 20:31

“Dijo Pablo: Juan bautizó con bautismo de arrepentimiento, diciendo al pueblo que creyesen en aquel que vendría después de él, esto es, en Jesús el Cristo.” Hechos 19:4

¿Cuál es el Nombre correcto del Señor, Jesús o Emanuel?

El imponer un nombre era un asunto tan sagrado y tan serio –pues como dije al principio, el nombre definiría el carácter y el destino de quien lo portase– que algunos en la antigüedad recibieron la dirección de Dios para designar con el nombre correcto al recién nacido:

“Además le dijo el ángel del Señor: He aquí que has concebido, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre ISMAEL, porque El Señor ha oído tu aflicción”. Génesis 16:11

“Respondió Dios: Ciertamente Sara tu mujer te dará a luz un hijo, y llamarás su nombre ISAAC; y confirmaré mi pacto con él como pacto perpetuo para sus descendientes después de él”. Génesis 17:19

“Pero el ángel le dijo: Zacarías, no temas; porque tu oración ha sido oída, y tu mujer Elisabet te dará a luz un hijo, y llamarás su nombre JUAN”. Lucas 1:13

“Y ahora, concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS”. Lucas 1:31

Emanuel, Dios con nosotros

“Por tanto, el Señor mismo os dará señal: He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel”. Isaías 7:14

“…Y llamarás su nombre Emanuel, que traducido es Dios con nosotros”. Mateo 1:23

Como ya dejé anotado, el nombre era la esencia de la persona quien lo portaba, pues revelaba no solo su destino sino también su carácter.

Las profecías de Isaías nos revelan no el nombre como lo conocemos, sino el destino del siervo que Dios enviará para apacentar a su pueblo: DIOS MISMO HABITARÁ ENTRE NOSOTROS. Es decir, Isaías profetiza que nacerá un niño el cual traerá consigo la Presencia del Poderoso de Israel para con todos los de su pueblo.

Pero Isaías todavía nos revela más acerca de quién será ese niño, un israelita que no será un humano común, sino, ni más ni menos que EL HIJO DE DIOS:

“Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; Y SE LLAMARÁ SU NOMBRE Admirable Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz”. Isaías 9:6 RVA 2015

La primera profecía, la que contiene el nombre de Emanuel nos dice que el niño será concebido sobrenaturalmente (una virgen concebirá) y que será hijo de Dios.

La segunda profecía de Isaías indica que el destino de ese hombre será convertirse en alguien más, un consejero admirable para la multitud; alguien que con su presencia traerá la Presencia del Dios Fuerte de Israel pero también la ternura y el amor del Padre Celestial; y por último el Príncipe que traerá la paz y el reposo final sobre las tribus de Israel (Ezequiel 34:24).

Así, la profecía dada en el libro de Isaías (Isaías 7:14), y luego reproducida en Mateo (Mateo 1:23) habla precisamente del cumplimiento de esta promesa: Dios con nosotros, habitando en medio de su pueblo, en una tienda o tabernáculo provisional, esto es, un cuerpo mortal, tal como el nuestro.

“He aquí que vienen días, dice El Señor, en que levantaré a David RENUEVO justo, y reinará como Rey, el cual será dichoso, y hará juicio y justicia en la tierra. En sus días será salvo Judá, e Israel habitará confiado; Y ESTE SERÁ SU NOMBRE CON EL CUAL LE LLAMARÁN: EL SEÑOR, JUSTICIA NUESTRA.” Jeremías 23:5-6 RVR1960

 

El Señor ya viene

Maranata Casa de Israel; Shalom Casa de Judá


Este contenido es parte de la serie:

¿Quién es Jesucristo? Lo que las Escrituras afirman acerca del Hijo de Dios

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