
La Biblia no revela exactamente en qué fecha nació El Señor Jesucristo, eso es una realidad, pero si bien en la Escritura no hay un registro exacto de su fecha de nacimiento, tal como ya lo he mencionado, sí que hay indicios que apuntan hacia la fiesta en que nació: Tabernáculos.
Por otra parte, de lo que sí que tenemos certeza, es de que no nació en invierno, hablaremos un poco de ello a continuación.
Por qué Jesús no nació en invierno
Ni uno solo de los eventos que los evangelios mencionan acerca del nacimiento de nuestro Señor Jesucristo habrían sido posibles en la temporada invernal que la tradición occidental celebra.
Sencillamente, en esa época del año, en Judea ni los caminos eran transitables, ni las estrellas eran visibles, pues el cielo permanecía nublado y el clima estaba lluvioso e incluso helado en las partes altas.
En tiempos del Señor Jesús en la región había dos estaciones muy marcadas: la seca y la lluviosa. Es solo durante la primera —del mes de marzo a octubre— que era posible todo lo que leemos que aconteció al nacer el Salvador del mundo.
Durante la estación lluviosa o invernal —de noviembre a febrero—, las actividades al aire libre se reducían al mínimo debido a las copiosas y frías precipitaciones pluviales, que en los lugares altos como Hebrón, Belén y Jerusalén incluso traían como consecuencia la caída de nieve.
En los meses de diciembre, enero y febrero, la temperatura en Belén normalmente es gélida —de entre 1 y 3 grados Celsius bajo cero—. En los dos primeros meses caen las precipitaciones pluviales más altas del año, son las frías lluvias torrenciales (Esdras 10:9). Así que en diciembre más bien reina en Belén y sus alrededores la helada.
Diciembre era el momento álgido de la estación lluviosa en Israel, por lo que ni el censo en la región, ni el viaje de María —estando a días de dar a luz— hubieran sido posibles; una multitud de peregrinos atestando aquel mesón también suena altamente improbable, lo mismo que pastores movilizándose en la noche y magos viajando desde oriente siguiendo una estrella.
El censo
Los romanos estaban plenamente conscientes de que la ocupación de la tierra de Palestina —como ellos le llamaban— era como estar sobre un polvorín en el que a la menor chispa se provocaba un estallido. Precisamente uno de esos estallidos culminó en la catastrófica destrucción del Templo de Jerusalén en el año 70 d. C.
Por tanto, Roma jamás hubiera cometido el cándido error de provocar una revuelta por imponer un censo en la peor época del año: la estación lluviosa, en la que los caminos (ya de por sí peligrosos) en esas fechas, debido a la lluvia torrencial, y en días específicos a la nieve (Job 37:6 / Salmos 147:16-17), se vuelven intransitables. Si bien las nevadas en los sitios altos como Jerusalén no duraban más que unos días, durante toda esa temporada los caminos estaban húmedos y resbalosos.
Fue debido a este factor, que las tres peregrinaciones anuales a Jerusalén ocurrían precisamente en la época seca, la mejor del año para viajar, que, como ya dijimos, iba de los meses de marzo a octubre (Deuteronomio 16:16).
Los conquistadores romanos —expertos en logística como eran—, con toda certeza aprovecharon estos grandes desplazamientos de gente —las peregrinaciones anuales— para censar al pueblo:
“Aconteció en aquellos días, que se promulgó un edicto de parte de Augusto César, que todo el mundo fuese empadronado…e iban todos para ser empadronados, cada uno a su ciudad”. Lucas 2:1-3
“Y José subió de Galilea, de la ciudad de Nazaret, a Judea, a la ciudad de David, que se llama Belén, por cuanto era de la casa y familia de David; para ser empadronado con María su mujer, desposada con él, la cual estaba encinta. Y aconteció que estando ellos allí, se cumplieron los días de su alumbramiento”. Lucas 2:4-6
Los magos de oriente
Los magos no hubieran podido llegar desde oriente hasta Jerusalén a través de carreteras intransitables por la lluvia torrencial:
“Cuando Jesús nació en Belén de Judea en días del rey Herodes, vinieron del oriente a Jerusalén unos magos diciendo: ¿Dónde está el rey de los judíos, que ha nacido? Porque su estrella hemos visto en el oriente, y venimos a adorarle. Mateo 2:1-2
Además, difícilmente hubieran podido apreciar una estrella en aquel cielo seguramente nublado y bajo intensa lluvia:
“Ellos, habiendo oído al rey, se fueron; y he aquí la estrella que habían visto en el oriente iba delante de ellos, hasta que llegando, se detuvo sobre donde estaba el niño”. Mateo 2:9
Los pastores
Por último, es altamente improbable que en el clima invernal de la zona, los pastores fueran y vinieran con la facilidad con la que lo da a entender el texto:
“Sucedió que cuando los ángeles se fueron de ellos al cielo, los pastores se dijeron unos a otros: Pasemos, pues, hasta Belén, y veamos esto que ha sucedido, y que el Señor nos ha manifestado. Vinieron, pues, apresuradamente, y hallaron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre”. Lucas 2:15-16
“Y volvieron los pastores glorificando y alabando a Dios por todas las cosas que habían oído y visto, como se les había dicho”. Lucas 2:20

El verdadero origen de la fiesta del 25 de diciembre
La celebración del 25 de diciembre en el mundo occidental corresponde a una tradición romana que tenía lugar en la época invernal.
En Roma se celebraba el 25 de diciembre la fiesta del Natalis Solis Invicti o Natalicio del Sol Invicto, asociada al nacimiento del dios Apolo o Febo, el sol.
La elección de tal fecha para conmemorar el nacimiento de Jesús, tiene su origen en las fiestas paganas que se efectuaban en dicho lugar al final del año. Acorde a la antigua religión romana, el nacimiento del sol ocurría el 25 de diciembre, fecha del solsticio de invierno, según el calendario juliano.
Tales fiestas estaban conformadas por celebraciones como las Saturnales, o en latín Saturnalia, y consistían básicamente en festividades en las que la gente comía y bebía en honor a Saturno y al dios solar. Se interrumpía el comercio y el trabajo de los hombres libres para dar paso a las celebraciones.
Las Saturnales se celebraban del 19 al 25 de diciembre. Eran siete días de bulliciosas diversiones, banquetes e intercambio de regalos entre amigos y familiares. El último día de la celebración coincidía con la celebración del nacimiento del sol.
Cuando el cristianismo se convirtió en religión oficial de Roma (siglo IV d. C.), comenzaron a producirse constantes enfrentamientos entre paganos y recién convertidos. La celebración de ciertas fiestas paganas frecuentemente iniciaba disputas que terminaban en revueltas. Para pacificar el imperio se decidió cristianizar las fiestas paganas. Así, las saturnales se hicieron coincidir con el nacimiento del Mesías [1].
De esa forma fue que en el año 354 d. C. bajo el emperador Justiniano se oficializó el 25 de diciembre como la fecha del nacimiento de Jesús [2]. Todos los ritos del vasto territorio imperial concernientes al solsticio de invierno —encender luces, adornar pinos, intercambiar regalos entre amigos y familiares, etc.— fueron incorporándose a la nueva celebración a la que en latín se denominó Nativitas o Natividad, que con el paso de los siglos se contrajo a Navidad.
[1] Garay Toboso Juan Ignacio, La participación de los esclavos en las fiestas del calendario romano, Universidad Complutense de Madrid, 1996, pp. 371-443
[2] Keller Werner (1985), Y la Biblia Tenía Razón, Ediciones Omega, 1985, p. 379
Entonces, ¿cuándo nació Jesucristo?
La fiesta más idónea para el nacimiento del Hijo de Dios es la de Tabernáculos, pues así como la Fiesta de Pascua apunta al sacrificio de nuestro Señor y la de Primicias a su resurrección, la de Tabernáculos es una majestuosa alegoría al cumplimiento de la Promesa hecha por Dios, según la cual Dios mismo vendría a habitar entre los hombres en un tabernáculo o cuerpo humano.
Este contenido es parte del estudio bíblico:
Las Siete Fiestas de Israel
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• Fuentes externas: 25 de diciembre y Navidad, Wikipedia