Jesucristo es la Palabra de Dios y también El Espíritu Santo por lo que el pan y el vino de la Santa Cena, símbolos de la comunión con la Palabra y el Espíritu, son representaciones suyas. Una vez entendido esto daremos el siguiente paso y conoceremos porqué Jesús no solo es el Rey de Israel sino también el Sumo Sacerdote de toda la nación santa. Pero antes debemos entender qué significa el término ungido y cuál es el significado espiritual de ungir con aceite.
Significado de ungir
“Y Samuel tomó el cuerno del aceite, y LO UNGIÓ en medio de sus hermanos; y desde aquel día en adelante el Espíritu de El Señor vino sobre David. Se levantó luego Samuel, y se volvió a Ramá”. 1 Samuel 16:13
Ungir literalmente significa untar. Escrito en la Biblia el término se entiende como untar aceite con la intención de efectuar una limpieza que si bien es corporal, simbólicamente representa la limpieza interior que el Espíritu Santo efectúa en una persona. Por extensión también se entiende como purificar o consagrar para un propósito divino.
Debido a que en tiempos bíblicos se desconocía el jabón la gente se aseaba con aceite. Así como en nuestros días la grasa del jabón hace que la impureza resbale de nosotros, en la antigüedad era con la grasa del aceite que la gente común mantenía la higiene.
En la cultura grecorromana la limpieza se llevaba a cabo ungiendo o untando el cuerpo con aceite para a continuación retirarlo valiéndose de un instrumento de metal llamado estrígil o estrigilo. (Las imágenes a continuación corresponden a jarrones de la cultura griega de unos cinco siglos antes de Cristo.) Es muy probable que la limpieza con aceite en tiempos bíblicos se haya efectuado en forma similar, si acaso quizá en lugar de algún instrumento metálico se hayan valido de algún otro material menos duradero, como la madera, por ejemplo.
Significado espiritual del ungimiento con aceite
El Espíritu del Señor limpia de todo pecado. Como ya dije, en tiempos bíblicos el ritual del ungimiento con aceite era un acto simbólico que representaba la purificación interior efectuada por el Espíritu Santo y por tanto precedía a la aprobación de alguna tarea asignada desde lo Alto. Al ungir o limpiar a David, el profeta le declaraba limpio y puro ante Dios para la obra que se le iba encomendar llevar a cabo: reinar con justicia sobre todo Israel.
Significado de Mesías, Cristo y Ungido
Las palabras bíblicas para Mesías (del hebreo Masiaj – Strong H4899) y Cristo (del griego Christos – Strong G5547) significan lo mismo: Ungido.
A Jesús se le da el título de Cristo, porque la palabra griega Christós significa precisamente Ungido (untado, consagrado, purificado) y es el término con el que se denomina tanto al rey como al sumo sacerdote en turno.
Jesucristo significa Jesús El Cristo; o Jesús El Mesías; o Jesús El Ungido, etc.
Nuestro Rey y Sumo sacerdote perpetuo, Jesucristo o Cristo-Jesús, es el Ungido de ungidos, El Cristo. Se le llamó así al Mesías esperado, pues estaba destinado a ser el más grande de los ungidos, el Santo de santos (Daniel 9:24). Por ello también Cristo o Mesías también significa Limpiado, Elegido, Santificado, Consagrado, El Apartado para toda buena obra.
Por la forma en que se eligió a David de entre sus hermanos mayores (1 Samuel 16:1-13) también se le aplica el significado de El Elegido.
El término anticristo
Por otro lado el término anticristo (del griego anti – Strong G473: en contraposición o en lugar de; y Christós – Strong G5547: Ungido) nos alude no solo a un personaje que está en contra del verdadero Cristo sino que también se antepone o usurpa su lugar (2 Tesalonicenses 2:4). El anticristo será un impostor que se proclamará como el verdadero Ungido de Israel o Rey de Israel. El libro de Apocalipsis le llama la bestia:
“Y vi salir de la boca del dragón, y de la boca de la bestia, y de la boca del falso profeta, tres espíritus inmundos a manera de ranas; pues son espíritus de demonios, que hacen señales, y van a los reyes de la tierra en todo el mundo, para reunirlos a la batalla de aquel gran día del Dios Todopoderoso”. Apocalipsis 16: 13-14
“Y vi a la bestia, a los reyes de la tierra y a sus ejércitos, reunidos para guerrear contra el que montaba el caballo, y contra su ejército.Y la bestia fue apresada, y con ella el falso profeta que había hecho delante de ella las señales con las cuales había engañado a los que recibieron la marca de la bestia, y habían adorado su imagen. Estos dos fueron lanzados vivos dentro de un lago de fuego que arde con azufre.Y los demás fueron muertos con la espada que salía de la boca del que montaba el caballo, y todas las aves se saciaron de las carnes de ellos”. Apocalipsis 19:19-21
Lectura relacionada: La Marca de la Bestia
La misión del Mesías, Cristo o Ungido
La profecía dice que todo ojo le verá cuando esté en el Cielo al frente de su ejército celestial (Mateo 24:30 / Mateo 26:64 / Apocalipsis 19:13-14) y descienda para derrotar a los ejércitos de la bestia, derrocar al impostor (Apocalipsis 19:19-21) y sentarse para siempre en el trono como el Rey de Israel (Daniel 7:14):
Dios anunció que, debido a la desobediencia, su pueblo sería dividido y esparcido y que por generaciones sus ovejas permanecerían perdidas entre las naciones (Deuteronomio 29:24-28), pero también prometió que al final designaría un elegido para ir a recolectarlas y llevarlas de nuevo a la tierra de sus padres:
«Yo salvaré a mis ovejas, y nunca más serán para rapiña; y juzgaré entre oveja y oveja. Y levantaré sobre ellas a un pastor, y él las apacentará; a mi siervo David [Amado], él las apacentará, y él les será por pastor. Yo El Señor les seré por Dios, y mi siervo David [Amado] príncipe en medio de ellos. Yo El Señor he hablado». Ezequiel 34:22-24
Pero antes de eso, ahora mismo Jesucristo el siervo Amado (Mateo 3:17) es el Príncipe que está colectando a sus ovejas perdidas y esparcidas por toda la tierra:
“El Señor me formó desde el vientre de mi madre para que le sirviera, [1] Él fue quien me encargó restaurar para Él a su pueblo Israel y [2] el que me ha dado fuerza para realizar esta tarea y me ha honrado por cumplirla. [3] El Señor me dijo: «Te he llamado para que realices una obra más grande que la de restaurar a Israel y que hagas volver a los sobrevivientes de mi pueblo. [4] ¡Yo te convertiré en luz de las naciones del mundo para que también a ellas les lleves mi salvación!». Isaías 49:5-6 NBV
Del pasaje de Isaías desprendemos los siguientes puntos concernientes a la tarea del Mesías:
[1].- Su encargo o misión es restaurar al pueblo de Israel
[2].- Le ha dotado de poder para realizar esa tarea
[3].- Hay otra misión más grande que restaurar a Israel y hacer volver a las ovejas perdidas:
[4].- Ser luz a las naciones del mundo para que toda la humanidad tenga la posibilidad de salvación e integrarse al pueblo escogido.
Esta profecía va más allá de una comprensión simplificada, por lo que requiere de una atención muy especial:
Al hablar de la restauración de Israel deberemos entender que se trata de un evento que va más allá de una etnia o una localidad porque se extiende literalmente a todas las naciones, todos los pueblos, todas las lenguas. No es excluyente sino todo lo contrario, incluye a todas las naciones, puesto que el pueblo elegido ha sido esparcido entre ellas. Gracias a la dispersión de las tribus entre los pueblos la restauración de Israel ahora ha pasado a ser –tal como dice la profecía– una obra más grande: la salvación de las naciones.
Sabemos que el reino de Israel fue esparcido entre las naciones y en esa condición continúa hasta el día de hoy. Por lógica, a través de los siglos todos los descendientes de esas diez tribus perdieron sus raíces y todo contacto con el Dios de Israel. Sin embargo, en cumplimiento a la Promesa hecha a nuestro padre Abraham (Génesis 15:5), El Poderoso de Israel ha designado a su Ungido para buscar uno a uno a aquellos miembros de su pueblo que se encuentran mezclados entre las naciones.
“Y luego todo Israel será salvo, como está escrito: Vendrá de Sion el Libertador, Que apartará de Jacob la impiedad. Y este será mi pacto con ellos, Cuando yo quite sus pecados”. Romanos 11:26-27
Lectura relacionada: Tras las Tribus Perdidas de Israel
Cuando esa misión concluya entonces Él levantará de la tierra a todo su ejército que duerme (1 Tesalonicenses 4:14 / Efesios 5:14), su nación santa (Ezequiel 37), para al frente de ellos venir a reclamar su trono, ya no será más Príncipe (Isaías 9:6) sino el Rey de reyes y Señor de señores:
“De su boca sale una espada aguda, para herir con ella a las naciones, y él las regirá con vara de hierro; y Él pisa el lagar del vino del furor y de la ira del Dios Todopoderoso. Y en su vestidura y en su muslo tiene escrito este nombre: REY DE REYES Y SEÑOR DE SEÑORES”. Apocalipsis 19: 15-16
Significado de la expresión el Hijo del hombre
A menudo Jesucristo hablaba de sí mismo nombrándose como el Hijo del hombre. Con este término declaraba que el personaje que Daniel vio en su visión llegar del cielo y a quien le fue dado dominio, gloria y reino no era otro sino Él:
“Miraba yo en la visión de la noche, y he aquí con las nubes del cielo venía uno COMO UN HIJO DE HOMBRE, que vino hasta el Anciano de días, y le hicieron acercarse delante de él. Y le fue dado dominio, gloria y reino, para que todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieran; su dominio es dominio eterno, que nunca pasará, y su reino uno que no será destruido. Daniel 7:13-14
La expresión “como un hijo de hombre” nos dice que Jesucristo en principio es semejante a un ser humano, pero el pasaje nos dice que le fue dado dominio, gloria y reino por la eternidad cosas que ningún ser humano por naturaleza puede poseer. Esto es porque Jesucristo en su primera estancia habito entre su pueblo como un ser humano común, pero resucitó ya no como un ser humano sino como un ser Divino:
“Y en medio de los siete candeleros, a uno semejante al Hijo del Hombre, vestido de una ropa que llegaba hasta los pies, y ceñido por el pecho con un cinto de oro. Su cabeza y sus cabellos eran blancos como blanca lana, como nieve; sus ojos como llama de fuego: y sus pies semejantes al bronce bruñido, refulgente como en un horno; y su voz como estruendo de muchas aguas”. Apocalipsis 1:13-15
Jesucristo es Rey y Sacerdote
Jesucristo no solo es el Rey de Israel, sino también el Sumo sacerdote de toda la nación el cual provee el sacrificio para los pecados del pueblo:
“Jesús, el Hijo de Dios, es nuestro gran Sumo sacerdote que ha entrado en el cielo. Por eso debemos seguir firmes en la fe que profesamos”. Hebreos 4:14 DHH
Jesucristo fue enviado para rescatar a toda la descendencia de Abraham, las tribus de Israel esparcidas por el mundo. Mediante su sacrificio y posterior resurrección ahora mismo funge como nuestro Sumo sacerdote ante el Poderoso de Israel.
“Pues ciertamente no vino para ayudar a los ángeles, sino a los descendientes de Abraham. Y para eso tenía que hacerse igual en todo a sus hermanos, para llegar a ser Sumo sacerdote, fiel y compasivo en su servicio a Dios, y para obtener el perdón de los pecados de los hombres por medio del sacrificio”. Hebreos 2:16-17 DDH
Jesucristo se ganó la elección con una vida de obediencia y sacrificio:
“Todo sumo sacerdote es escogido de entre los hombres, nombrado para representarlos delante de Dios y para hacer ofrendas y sacrificios por los pecados. Y como el sacerdote está sujeto a las debilidades humanas, puede tener compasión de los ignorantes y los extraviados; y a causa de su propia debilidad, tiene que ofrecer sacrificios por sus pecados tanto como por los pecados del pueblo. Nadie puede tomar este honor para sí mismo, sino que es Dios quien lo llama y le da el honor, como en el caso de Aarón. De la misma manera, Cristo no se nombró Sumo sacerdote a sí mismo, sino que Dios le dio ese honor, pues él fue quien le dijo: – Tú eres mi hijo; yo te he engendrado hoy”. Hebreos 5:1-5 DHH
En el Primer Pacto el Sumo sacerdote se encargaba de mediar con sacrificios entre Dios y el pueblo, mas ahora, Jesucristo es el Sumo sacerdote del Nuevo Pacto que con su propio sacrificio ahora media entre Dios y su pueblo:
“Y al perfeccionarse de esa manera, llegó a ser fuente de salvación eterna para todos los que lo obedecen, y Dios lo nombró Sumo sacerdote de la misma clase que Melquisedec [Rey y sacerdote por toda la eternidad]”. Hebreos 5:9-10 DDH
“Entonces Melquisedec, REY DE SALEM Y SACERDOTE DEL DIOS ALTÍSIMO, sacó pan y vino”. Génesis 14:18
“No es como los otros sumos sacerdotes, que tienen que matar animales y ofrecerlos cada día en sacrificio, primero por sus propios pecados y luego por los pecados del pueblo. Por el contrario, Jesús ofreció el sacrificio una sola vez y para siempre, cuando se ofreció a sí mismo. La ley de Moisés nombra como Sumos sacerdotes a hombres imperfectos; pero el juramento de Dios, que fue hecho después de la Ley, nombra sumo sacerdote a su Hijo, quien ha sido hecho perfecto para siempre.”. Hebreos 7:27-28 DHH
“Lo más importante de lo que estamos diciendo es que nuestro Sumo sacerdote es de tal naturaleza que se ha sentado en el cielo, a la derecha del trono de Dios, y oficia como sacerdote en el verdadero santuario, el que fue hecho por el Señor y no por los hombres”. Hebreos 8:1 DHH
Este contenido es parte de la serie:
¿Quién es Jesucristo? Lo que las Escrituras afirman acerca del Hijo de Dios